La sensación de irreversibilidad del cagazo

Uno de los jurados refirió cómo él estuvo a punto de ahogarse; el otro relató cómo viviendo en el campo, en un sitio alejado de toda farmacia y de todo médico, envenenó a su propio hijo dándole por equivocación vitriolo en vez de bicarbonato de sosa. La criatura sucumbió, y el padre por poco se vuelve loco…

Anton Pavlovich Chejov. «Las sensaciones fuertes»

Me hace falta, mucha falta, en nuestro idioma español, un nombre, una palabra. El nombre para la sensación intensa, totalizante, de la irreversibilidad del cagazo recién cometido.

Lo recuerdo perfectamente. Había que sacarle el hielo al congelador. Había mil doscientas maneras de hacerlo; pero el troglodita interior también tenía que manifestarse. La necesidad de la herramienta paleolítica. El cuchillo como el cincel y el martillo la palma de la mano. La actividad segura. Nada puede salir mal. Cómodo. Lento pero seguro. Cada pedacito de hielo que se desprende me genera una satisfacción superior a reventar esas burbujas de plástico. Una y otra vez. Me atrapa.

—Sigue después.— No quiero. Estoy entretenido. —Deja de hacerlo.— No puedo. Estoy apunto de avanzar un poco. Va a ser glorioso. En algún momento voy a haber avanzado un poco más, y ya va a faltar tan poco, que solo me va a quedar terminar.

Y ese sonido.

Dura apenas un instante. Como una cámara de bici pinchada por un gran clavo. Pero ese sonido cambia el espacio y el tiempo. Cambia los colores del living. Cambia el ruido ambiente. Y me cambia, me cambia como el atropello de un camión gigante. Ese segundo de pura emoción más potente que una semana. ¿Dónde arrancar? La cagué. Irreversiblemente. ¡Un refrigerador completo, por la chucha! Nada que hacer. ¿Quién hubiera pensado que pasaba un tubito de mierda, justo por ahí? Me pican las manos. Conchetumadre. No quiero mirarte. —¿Qué pasó?— Ni siquiera sé bien.

Y ese segundo. Lo reconozco cuando lo veo. Cagazos me he mandado varios. Algo así como que se te rompa un huevo, pero la docena completa. Atravesar ese ventanal. Quebrarle esa patita a la hueaita esa, en vez de arreglarla, quedarse sin bici en el proceso. Pero me falta una palabra.